El precio de la intimidad: Joan Didion y el dilema ético detrás de sus diarios póstumos
La publicación de sus notas íntimas abre un debate sobre el derecho a la intimidad de las escritoras
Los diarios póstumos de Joan Didion se van a publicar. Que salgan a la luz este tipo de textos mal llamados “anexos” o “menores” de las autoras que más admiramos suele ser una noticia que nos llena de emoción, pero en este caso lo que sentimos es, más bien, inquietud. Las 46 notas que formarán el volumen Apuntes para John (y que se publicará en español el próximo julio) fueron encontradas por sus albaceas literarios en el escritorio de Didion poco después de su muerte en 2021 a causa de las complicaciones por la enfermedad de Parkinson. Estaban impresas y “cuidadosamente organizadas”, única razón por la que asumieron que la autora —que no había dejado instrucciones concretas sobre este documento— habría estado de acuerdo con su publicación.
Nosotras disentimos. O, por lo menos, queremos abrir el debate. ¿Encontrar un diario bien ordenado puede de alguna manera llegar a ser sinónimo de que la autora tenía en mente publicarlo en un futuro? ¿O lo que hay aquí, queridas amigas, es lo que hemos visto tantas otras veces: se pasa por encima de la voluntad —o el silencio— de una escritora solo para llenar los bolsillos de los herederos, albaceas e industria literaria que la sobrevivirán?
En este caso, el diario póstumo de Joan Didion contiene las notas que tomó durante su tratamiento psiquiátrico desde 1999 hasta después del fallecimiento de su marido John Gregory Donne en 2003 y de su hija Quintana Roo dos años más tarde, experiencias que la autora compartió con enorme profundidad literaria en sus libros El año del pensamiento mágico (2005) y Noches azules (2011). No hay, en verdad, y por mucho que las editoriales que han visto oro en este manuscrito privado lo defiendan, razón para pensar que una Joan Didion con plenas facultades mentales en el momento de fallecer considerara abrir un documento tan íntimo y sensible al mundo, y no lo hiciera ella misma.
Los apuntes de Didion, igual que las cintas de Sexton, o los diarios de muchas otras autoras —como Katherine Mansfield o Sylvia Plath—, pertenecen a esa tradición literaria de mujeres traicionadas a lo largo de la historia por esas mismas personas en las que se suponía que debían confiar.
Su ejemplo no es único. Todavía recordamos con angustia la traición del psiquiatra de Anne Sexton, Martin T. Orne1, quien sin ni siquiera ser su heredero natural le donó a su biógrafa Diane Wood Middlebrook, más de 300 cintas que registraban sus sesiones de terapia entre 1956 y 1964, y que llegó a escudarse de su decisión diciendo: “No tengo dudas de que Sexton se hubiera lanzado a la oportunidad de compartir lo que hicimos, tal y como hizo en su poesía”. ¿Es su escritura demasiado íntima, tanto como para que la relación médico-paciente sea vulnerada de forma tan perversa? Esto solo le sucede a la escritura de las mujeres y todas aquellas identidades asumidas como no hegemónicas.
Como en el caso de Sexton, las notas de Didion tienen el potencial de cambiar nuestra percepción sobre ella como artista y también sobre su obra. El lanzamiento ha estado rodeado de frases prometedoras, dejando entrever que este es el documento definitivo para entender a una de las periodistas y escritoras más relevantes del mundo angloparlante en los últimos 50 años. ¿Cómo podrían ser unas notas íntimas dedicadas al esposo en las que habla sobre el alcoholismo, la compleja relación con su hija Quintana, la depresión y la ansiedad, su trabajo, la relación con sus padres —todos ellos temas cuya honestidad depende del secreto terapéutico— el documento final que marque para siempre la trayectoria de su autora? Multitud de amigxs y conocidxs de la escritora han mostrado su tristeza al conocer la noticia. También para ellxs es una traición a su confianza2.
Los apuntes de Didion, igual que las cintas de Sexton, o los diarios de muchas otras autoras —como Katherine Mansfield o Sylvia Plath—, pertenecen a esa tradición literaria de mujeres traicionadas a lo largo de la historia por esas mismas personas en las que se suponía que debían confiar. Aunque el mensaje que lanzan al mundo —que sus lectorxs podremos acceder a la psique creativa de sus autoras—, el lucro económico es un motor aún más vivaz para quien tiene la última palabra. Nos preguntamos: ¿podemos los seres humanos vivir sin esta obra, si eso significa no vulnerar su privacidad? ¿Estarían las enormes editoriales publicando estas notas psiquiátricas si no fueran de Joan Didion? Son preguntas que vale la pena hacernos.
¿Alguna vez te han leído un diario sin tu consentimiento? ¿Qué opinas sobre la publicación de los diarios póstumos de Didion?
La cuestión de cómo protegemos nuestros papeles íntimos está permanentemente sobre la mesa en los espacios de la escuela. Muchas de nosotras nos preocupamos por la privacidad de nuestros diarios, porque hemos sido traicionadas por nuestras familias, parejas o amigxs, al ser leídos sin nuestro consentimiento. Hemos inventado incontables maneras de proteger nuestra escritura íntima con candaditos que se abren con una horquilla del pelo, documentos encriptados, escondites secretos, y todavía así no imaginamos lo que podríamos sentir si hoy fuéramos Joan Didion. Hasta ahora, la forma más segura de guardianar nuestros diarios si algo llegara a sucedernos es contarle a nuestras amigas escritoras, albaceas sin título oficial pero respetuosas, cuáles son nuestros deseos al respecto.
Por mucho que amemos a estas autoras, por mucho que admiremos su obra y que sus diarios hayan sido documentos relevantes para estudiar su legado, por ahora tendremos que convivir con la ambivalencia de que sus albaceas y editores pasaron por encima de sus últimos deseos y les faltaron al respeto para que hoy podamos tener estas obras entre nuestras manos. ¿Vamos a leer los Apuntes para John? Sin lugar a dudas. Los leeremos, pero con todas estas contradicciones a cuestas.
Nos encantaría saber qué piensas tú, ¡te leemos!
¿Conoces a la persona que amaría esta publicación?
Es sin duda de una belleza contradictoria, a muchas nos ayudará sin duda observar los mecanismos de nuestras heroínas para sobrevivir a los complejos de la vida, pero no deja de ser violencia tener el poder sobre la voluntad de una otra. Vivimos es un capitalismo muy macabro donde parece que el dinero vulnera hasta nuestra intimidad. Y donde queda "guay" exhibir nuestras dolencias sin herramientas para poder afrontar la consecuencia a tanto morbo, tanto exhibicionismo.
Gracias por este espacio chicas, por cierto, por hacerlo más accesible 🌞🌕
Creo que un diario personal debe permanecer así hasta el final, hay cosas que solo deben ser leídas por nosotras mismas porque lo que escribimos fue para nosotras en momentos donde solo la hoja podía escucharnos. Como persona que escribe diarios me interesa leer los de las escritoras que admiro, sin embargo siempre permanece en mí esa sensación de que estoy violando su privacidad.