Hace unos días lanzamos una propuesta a la red: ¿qué te gustaría saber sobre cómo construimos Casa Índigo? Nos llegaron varias preguntas y las hemos dividido en dos entregas. En esta primera parte, te hablamos de las bases de un proyecto cultural como el nuestro: cómo hacer de la escritura una forma de vida, cómo nos sostenemos y cómo hemos hecho para salir adelante cuando había dificultades.
Si se tienes curiosidad sobre el backstage de la escritura y los proyectos culturales, puedes dejar tu pregunta en comentarios y la consideraremos para próximas entregas.
Hazte un cafecito antes de leer, que va una entrada larga.
¿Cómo mantuvisteis la confianza en el proyecto en los inicios, antes de que empezara a crecer?
Al principio éramos muy jóvenes y muy entusiastas, eso ayudó. La idea de pasar gran parte de nuestra vida trabajando en algo que odiábamos nos oprimía el pecho de tal manera que insistíamos en construir otro camino para nosotras. Lejos de romantizar el proceso, siempre trabajamos en otros oficios (servimos muchos cafés, vendimos cupones de lotería, dimos talleres en contextos precarizados, vendimos ropa, libros y muchos etcéteras) para poder dedicarle unas horas a la semana al proyecto. En la primera etapa, nos acostábamos de madrugada editando textos para las antologías La desconocida que soy. ¿Valía la pena? Sin duda. Pero estábamos agotadas.
Han pasado 9 años y muchas veces nos seguimos preguntando cómo hacer rentable un proyecto cultural tal y como están las cosas, cómo seguir invirtiendo tanta energía y pasión sin enfermar, y sobre todo, cómo enfrentarnos a la incertidumbre que pesa sobre la mayoría de la gente: nuestros trabajos son muy volátiles. Nos lo han enseñado los apagones, las redes sociales que cierran. Dependemos de la tecnología más de lo que pensamos.
Para mantener la confianza hubo tres elementos fundamentales: el primero fueron las amigas y conocidas que nos apoyaron, que aportaron su trabajo y sus espacios, sus redes y sus textos. Ellas fueron las primeras autoras de la editorial y las primeras estudiantes de la escuela. Hoy muchas de ellas son algunas de nuestras mejores amigas. Queríamos fundar una casa y eso fue lo que sucedió tanto por nuestro trabajo como por la disposición de quienes nos acompañaron.
Somos una plataforma de enseñanza y cultura que siempre estará del lado de la vida y de los derechos humanos. Una y otra vez nos estamos repensando en nuestros lugares: como mujeres, como creadoras, como españolas, como latinoamericanas, como clase media.
El segundo fue nuestro apoyo mutuo, las horas de conversación —y peleas, también—, la fe que tuvimos siempre la una en la otra, en nuestras compañeras de proyecto: María, Fernanda, sam, Bea, Daniela, ahora Lucía. Hemos pasado momentos incómodos, hemos tenido conversaciones que podían derrumbar la casa, pero siempre confiamos en salir fortalecidas —y muy vulnerables, todo hay que decirlo— de ellas.
El tercero fue, es y siempre será la convicción política y poética de que esto que hacemos tiene sentido no sólo para nosotras, sino que desde nuestro rinconcito aportamos algo valioso a un mundo difícil. Somos una plataforma de enseñanza y cultura que siempre estará del lado de la vida y de los derechos humanos. Una y otra vez nos estamos repensando en nuestros lugares: como mujeres, como creadoras, como europeas, como migradas, como clase media…
En definitiva: Siempre hay vértigo. Pero también hay trabajo, convicción y vínculos. A eso le apostamos, siempre.
Por eso, para nosotras es muy importante, a la hora de pensar la sostenibilidad de este oficio, no pensarlo nunca en soledad.
¿Cómo hacer de la escritura un oficio sostenible para vivir de esa pasión?
Seamos sinceras: la escritura no es un oficio sostenible para casi nadie. Sí puede serlo, aunque con mucho trabajo, dedicación e incertidumbre, un proyecto que tenga la escritura como centro y destino, pero que la nutra desde lugares diversos. En nuestro caso, damos clases, hacemos acompañamientos creativos, investigamos y estudiamos muchísimo para divulgar sobre literatura con perspectiva de género, creamos relaciones con otros proyectos afines, diseñamos formaciones, escribimos libros, artículos, ensayos. Hacemos una multitud de cosas que a veces nos asusta, nos disocia. Tratamos de volver a las bases a menudo, a recordarnos el enfoque y por qué hacemos lo que hacemos. Por eso, para nosotras es muy importante, a la hora de pensar la sostenibilidad de este oficio, no pensarlo nunca en soledad.
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