Abrir un cuaderno al mundo: los diarios íntimos como territorio literario
Escribir desde la intimidad es también una forma de hacer mundo.
Durante siglos, las mujeres escribieron diarios en silencio. En cuadernos escondidos, entre márgenes de agendas o en hojas sueltas guardadas con recelo, muchas veces con miedo. Esos textos íntimos —a menudo no pensados para ser leídos— se convirtieron en una forma de supervivencia, de memoria y de autonomía. Y también, aunque durante mucho tiempo no se reconociera así, en literatura.
Como ha recordado la escritora y crítica Begoña Méndez, “la escritura íntima, en manos de mujeres, se convierte en un acto político y literario, no solo confesional”. Escribir un diario no era solo contarse la vida, era darle forma y sentido.
La historia literaria de las mujeres diaristas es muy larga. Mientras los cánones literarios se tejían alrededor de novelas, tratados y poesía firmados mayoritariamente por hombres, las mujeres volcaban su mundo interior en diarios personales. En ellos reflexionaban sobre el amor, el cuerpo, la maternidad, el deseo, la enfermedad, la rabia o la soledad. No eran textos menores, aunque así se consideraran. Como ha recordado la escritora y crítica Begoña Méndez, “la escritura íntima, en manos de mujeres, se convierte en un acto político y literario, no solo confesional”. Escribir un diario no era solo contarse la vida, era darle forma y sentido.
Sin ir más lejos, nosotras nos conocimos compartiendo nuestras entradas de diario, escribiéndonos cartas de un lado al otro del océano, diciéndonos la una a la otra: amiga, tu intimidad me importa.
Mercedes Arriaga habla de esos escritos que tenemos en el cajón o traspapelados como “textos no codificados”. Con ello se refiere a que los diarios íntimos escapan a los formatos establecidos, a las reglas del género, a las expectativas editoriales. Eso es, justamente, lo que los hace tan potentes. Son parte de una literatura incómoda para el paradigma literario tradicional, que no se rige por normas externas, sino que nace del deseo y la urgencia de contarnos.
El diario íntimo, en este sentido, puede ser el primer paso para romper ese silencio. No es solo una herramienta de autoconocimiento, indagación o registro (gestos que también defendemos), sino una forma de crear subjetividad literaria.
Audre Lorde, poeta, ensayista y activista, defendía la escritura como una forma de supervivencia. En su célebre texto La transformación del silencio en lenguaje y acción decía: “Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá”. El diario íntimo, en este sentido, puede ser el primer paso para romper ese silencio. No es solo una herramienta de autoconocimiento, indagación o registro (gestos que también defendemos), sino una forma de crear subjetividad literaria. En cada entrada, la autora se inventa a sí misma, se reescribe, se multiplica.
Susan Sontag también reivindicó el diario como espacio creativo. Aunque sus cuadernos fueron publicados póstumamente, siempre pensó en ellos como parte fundamental de su obra: “Mis diarios son parte de mi trabajo como escritora, no un apéndice”. En ellos experimentaba, ensayaba ideas, anotaba impresiones que luego transformaría en ensayos, cuentos o novelas. El diario, así, sostiene las tensiones entre escritura y literatura, las expande. Todas las voces, pensamientos y emociones que son per se valiosas se pueden transformar en textos más elaborados y, potencialmente, más universales.
En las últimas décadas muchas escritoras han reivindicado sus cuadernos íntimos como materia prima para sus obras o incluso como obra en sí misma. Lo que antes era considerado privado o irrelevante se revela ahora como un terreno fértil para la literatura. Porque la intimidad —la de verdad, la que no teme mostrarse contradictoria, imperfecta, vulnerable— no es un lugar menor. Es un lugar poderoso. Y escribirla, una forma de revelar –y rebelar– la voz propia.
En Casa Índigo creemos que los diarios íntimos merecen un lugar en la historia de la literatura. No como curiosidad, sino como lo que son: textos vivos, radicales, llenos de verdad. Escrituras que, en su aparente fragilidad, guardan una fuerza transformadora. Porque escribir desde la intimidad es, también, crear vínculos: hacer mundo.
Casa Índigo es una escuela virtual de escritoras con más de 1.300 alumnas hispanohablantes alrededor del mundo. Nos especializamos en la literatura intimista, testimonial y autobiográfica con perspectiva de género.
Hemos creado El viaje de la escritora, un programa formativo profundo que acompaña el proceso creativo desde la idea al libro.
Hola a todas,
Quería recomendar el libro que estoy leyendo, Para Senthuran, de Akwaeke Emezi, publicado en España en Consonni. En forma de carta, pero a modo de diario o texto íntimo, le autore reflexiona sobre su experiencia en el mundo y su ser escritore.
Un abrazo :)